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EL PERRO FAMILIAR

Cuento, leyenda, realidad, metáforas para esclavizarnos?. Mensajes del Maligno?. Tácticas y estrategias de dominación?. Estilo de vida de algunos?. O la vieja forma de hacernos quedar en el molde?. Ud. querido lector dirá, tiene la palabra.

Por las noches o a la hora de la calurosa siesta, se podía oír un ruido extraño, unos gruñidos con rabia, el golpe de una cadena en las piedras chicas del camino, era el Perro familiar, así le decía la gente en pocas palabras y cerraba puertas y ventanas, por si acaso.
No era un animal corriente, era un perro muy grande, color negro con las pupilas rojas de sangre y furia. Era el Diablo para algunos o el perro del Diablo para otros.
No era un perro cualquiera, como los que conocemos, el monstruo diabólico y misterioso tenía una particularidad; buscaba, atacaba o se llevaba a determinadas personas. Lo digamos claro, siempre su blanco eran aquellos que atentaban contra; “la autoridad, contra el orden establecido, la seguridad, la tranquilidad del pueblo, los valores, las leyes, los derechos, la patria, Dios, la familia”.
Esta leyenda, con una tremenda base supersticiosa, aprovechada por los poderosos de turno, se sitúa profundamente en la zona de los ingenios y plantaciones, que dentro de sus tierras tenían las famosas colonias, donde vivían los trabajadores, constituían verdaderos pueblos, o ciudades pequeñas, pero con la ley del patrón, la policía del patrón, los almacenes del patrón y curiosamente todos votaban para el partido o candidato del patrón.
También este perro aparecía en los asentamientos de las fuerzas armadas; en el Regimiento 19, en el Comando, en el Arsenal.
Algunos se aventuran a decir que el perro sigue custodiando a uno de los personajes de aquellos tiempos en el Arsenal, un ex gobernador, ahora caído en desgracia.
La leyenda era una espada de dos filos, asustaba a la gente, la tenía contenida, miedosa y permitía los abusos, secuestros y humillaciones con cierta tranquilidad e impunidad.El que sabía del verdadero significado del cuento, corría riesgo si pretendía protestar, hacer valer sus derechos, pedir sus garantías, o pedir salud, educación o dignidad.
Muchos de ellos fueron llevados al infierno por el nauseabundo y cobarde perro familiar con distintos trajes, según la ocasión y la historia.
Muchos juran haber visto al Perro Familiar. Lo de familiar tiene que ver con los dueños del establecimiento o estancia, más precisamente con al familia dueña. Y porque al atacar a uno de la familia, grupo, pueblo, asociación, sindicato, movimiento producía en los demás miembros sensaciones de miedo, de parálisis, de dispersión.
El que más asidero tiene es el que tiene que ver con la Familia del dueño del perro, el que hizo el pacto con el demonio, en ese pacto, el diablo cuidaba la fortuna de la familia y a cambio tenían que alimentar al perro con una persona, por lo menos una vez al año.

Es una forma de control, en realidad el miedo, es el motor de esta leyenda.

Hoy sigue apareciendo el Perro Familiar de distintas maneras, como antaño. Como en la conquista del continente, ya se conocía la presencia del perro y sus consecuencias.
Solo vasta revisar un poco la realidad de la vida diaria, los perros aparecen en la Iglesia, cuando hay algunos que piensan y ven las cosas distintas, cuando exigen cambios, cuando quieren que la mujer ocupe y tenga las mismas oportunidades y opciones que los varones.
En la vida política, cuando los que quieren que los derechos sean para todos, que la salud sea para todos, la educación y la vivienda sean para todos.

En el bien común, cuando todos tenemos derecho a participar y elaborar propuestas que beneficien a todos. En el medio ambiente, en el deporte, en la cultura, en la sexualidad. Siempre nos echan los perros.
Habrá que empezar a hablar del perro, a gritarle; "juira pirro...", "a la cucha", el sabe que si salimos todos, si gritamos todos, si nos paramos todos, se tendrá que ir. También sabe que tiene su tiempo contado. Falta que dejemos de tenerle miedo. Porque no es una leyenda, existe.